viernes, 8 de abril de 2011

LES MENTIMOS A NUESROS HIJOS.

Les mentimos. Les dimos a entender que tenían futuro, que hincando los codos y obedeciendo las normas vigentes habría provenir al alcance de las mejores expectativas. Manipulamos sus sueños, el sentido de inmortalidad que da la falta de años y las carencias propias de la inexperiencia.

Iban a ser la generación más preparada de nuestra historia, la superación de los residuos arcaicos de nuestra peleas y el final de las chapuzas nacionales. Los protagonistas de la modernización, del gran salto adelante. Pero al final los hemos convertido en la mayor bolsa del paro masivo, en cohortes angustiadas ante los contratos basura, la precariedad generalizada y la humillante desvalorización de sus capacidades. Están sin esperanza, porque no ven soluciones a un plazo vitalmente razonable.


Para salir de la resignación, requieren de la efectiva y madura solidaridad de los mayores.

http://www.juventudsinfuturo.net/

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